EMILIO PICÓN
Los deslumbrantes bolsillos repletos
Albergan la promesa de la luna,
Pero sus insípidos rastros de baba
No son más que histriónicas y previsibles
Recreaciones de inerte vida
Que va muriendo
Mientras es proyectada
En el dinamismo del aire por descifrar,
En la siniestra espera del ciego atento,
O en el cruel abandono
De una cama
Que se desangra voluntariamente.
Mientras tanto,
La oquedad en las miradas que caminan
Entre las ramas del mar
En busca de un sendero
En el que perder la calma
Y el alma,
Vuelve a las lágrimas como el hombre
A los sueños
O las manos a la piel.
O ser un escaparate de virtudes
Que no se tienen,
Y caer, volver a caer
En el cenagal de los rastreos fallidos
Que somos en cada pálpito,
Apestados de contradicciones
y palabras doloridas,
Nublados e insípidos
como una colección de resacas,
y volver, volver a caer,
a expensas del viento,
borracho y vencido,
Con todo el poder que atormenta al sentido
que tiene la vida sobre los pasos
que acaban por herir
como puñaladas.
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