viernes, septiembre 05, 2008

EMILIO PICÓN

Los deslumbrantes bolsillos repletos

Albergan la promesa de la luna,

Pero sus insípidos rastros de baba

No son más que histriónicas y previsibles

Recreaciones de inerte vida

Que va muriendo

Mientras es proyectada

En el dinamismo del aire por descifrar,

En la siniestra espera del ciego atento,

O en el cruel abandono

De una cama

Que se desangra voluntariamente.

Mientras tanto,

La oquedad en las miradas que caminan

Entre las ramas del mar

En busca de un sendero

En el que perder la calma

Y el alma,

Vuelve a las lágrimas como el hombre

A los sueños

O las manos a la piel.

O ser un escaparate de virtudes

Que no se tienen,

Y caer, volver a caer

En el cenagal de los rastreos fallidos

Que somos en cada pálpito,

Apestados de contradicciones

y palabras doloridas,

Nublados e insípidos

como una colección de resacas,

y volver, volver a caer,

a expensas del viento,

borracho y vencido,

Con todo el poder que atormenta al sentido

que tiene la vida sobre los pasos

que acaban por herir

como puñaladas.